Aborrecimiento
Un día cuando pasé por debajo del acueducto me dijeron:
“Este es el edificio más alto que encontrarás en toda Segovia” , y no se equivocaron…
Al segundo día de pasar por ahí , ni me enteraba de que
existía , me daba cuenta de los turistas que no paraban de sacarle fotos a este
“monumento” histórico tan “importante”.
Es el centro neurálgico de Segovia, el símbolo máximo de lo que fue Segovia
antaño ; han pasado miles de años y esta
parte no ha cambiado , a pesar de que en la actualidad Segovia sea mísera y que
no tenga una popularidad como tienen otras ciudades , todo el mundo reconoce
una maqueta del acueducto de Segovia .
A pesar de que en todos mis bocetos represento el clima
desagradable y frío con gotas de lluvia y el color azul del agua y el hielo ,
lo contrasto con un sol anaranjado , un estampado rojo y el amarillo del
acueducto, que son los rayos de sol que tendría si este paisaje estuviese en mi
ciudad. Pero si estuviese en mi ciudad jamás habría el verde de los árboles, la
naturaleza y el aire puro que hay aquí, tan cerca de ciudades contaminadas como
Madrid .
Incomprensión
Un cielo despejado y el sol que derrite el hielo de la
fuente de la plaza de Juan Bravo
dejándolo todo encharcado y la fuente estancada , así me siento yo cada
vez que paso por esta placita, me siento estancada en una rutina y en un
aborrecimiento de ver siempre lo mismo y de falta de emoción. No entiendo cómo
los segovianos no se mueren al estar envueltos
entre tanto tedio y pueden ser tan tranquilos y adorar tanto la rutina
que les envuelve.
Pereza
Frío, frío, hielo y más frio, es
lo que siento al salir de la protección de mi colcha y más cuando salgo a la
calle ,por mucha ropa térmica que me ponga y que me resulta de lo más desagradable
y poco femenina sigo sintiendo frio en el interior de mis entrañas , un frío
que te escama la piel de la cara y que te entumece los dedos. Frío…lo único
bueno que me ha traido es la sensación y la ilusión de un niño pequeño de ver
la nieve por primera vez , me he sentido como en la típica publicidad
estadounidense del niño que ve a Santa Claus en navidad, la ilusión de poder
hacer muñecos de nieve y jugar con las bolas de nieve y el gusto de sentirte
viva por primera vez desde la llegada a esta tierra de rutina, tedio, desidia y
pereza.
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